Y como cada edición, el cierre estuvo marcado por el anuncio de los premios y la lectura de las defensas del jurado, que este año estuvo integrado por profesionales del cine y la comunicación comprometidos con la mirada documental.
Este en un primer registro que resume la alegría, la emoción y la potencia del encuentro y del espíritu que atravesó cada jornada: el deseo de contar, escuchar, acompañar y reflexionar.
Se destaca por su habilidad para abordar temas universales y profundamente humanos con una delicadeza excepcional, ofreciendo una representación genuina y digna de la protagonista y su enfermedad.
El Jurado, compuesto por Dahian Cifuentes, Marcelo Ziegler & Luisina Colombo, expresó:
A través de un estilo visual sutil, naturalista y emotivo, la película transmite con gran sensibilidad la complejidad emocional de una lucha tanto personal como colectiva. Su narrativa no lineal y la inmersión en la vida íntima de la protagonista profundizan el relato, convirtiéndolo en una pieza conmovedora y poderosa.
El documental no solo resalta la dimensión humana de la medicina, sino que también pone en evidencia la importancia de la ciencia y el activismo en la salud, ofreciendo una reflexión necesaria sobre la vida, el amor y la resiliencia. Por otro lado, la historia de Ari pone en primer plano el testimonio de una persona que enfrenta un diagnóstico fuerte de leucemia, pero no se agota en esto, sino que sabe abordar de forma contundente el impacto de la terapia CAR-T, un tratamiento innovador que representa una esperanza para muchos pacientes. De esta manera, el documental logra generar empatía con el espectador, a la par que da visos de empoderamiento para quienes enfrentan desafíos similares a los de Ari. Desde una perspectiva sociológica, la historia demuestra con solvencia el impacto transformador de la movilización y el trabajo conjunto entre profesionales y pacientes, evidenciando cómo la acción colectiva puede cambiar el rumbo de la ciencia y la salud pública.
En un mundo atravesado por la lógica del “sálvese quien pueda”, Emilia se alza como un recordatorio de que la empatía y la ternura no solo están bien, sino que pueden transformar vidas.
El Jurado, compuesto por Natalia Laube, Exequiel Svetliza & Silvana Staudinger, expresó:
El film toma el nombre de su protagonista, Emilia Lozano, una activista por los derechos humanos que con pocos recursos y paciencia infinita busca compensar las fracturas en el sistema de acogida español, que no ofrece soluciones habitacionales concretas a miles de inmigrantes indocumentados cuando alcanzan la mayoría de edad, lo que significa, en la mayoría de los casos, que van a parar a la calle. A través de un relato polifónico que da voz tanto a migrantes como a locales, la película de Rafa Arroyo construye una mirada luminosa sobre el encuentro con el otro, más allá de las fronteras culturales y generacionales.
Pero Emilia no se queda ahí. En su núcleo late una pregunta universal con respuestas infinitas: ¿qué es una familia? Lejos de caer en el lugar común de la white savior, su protagonista no solamente da, sino que recibe, y mucho, a cambio. Entre otras cosas, de “sus chicos” obtiene amor, la sensación de clan, un propósito.
Por su sensibilidad, su honestidad y su capacidad para iluminar lo esencial en lo cotidiano, Emilia se lleva el premio a Mejor Cortometraje en la cuarta edición del PampaDocFest.
Entre todas las películas analizadas por el jurado de esta categoría, la propuesta estética de Been There se destaca por su disrupción e irreverencia. Sin necesidad de echar mano al lenguaje hablado, la directora suiza Corina Schwingruber Ilić nos ofrece una crítica mordaz a la industria del turismo de masas. A través de una sucesión de imágenes filmadas en distintos lugares del mundo, la película retrata cómo los turistas, en su afán por capturar cada momento, se convierten en una masa de individuos desconectados, más preocupados por la prueba fotográfica de su presencia que por la experiencia misma del viaje.
Por su uso inteligente del lenguaje documental y su capacidad de juego, Been There se lleva una mención especial en esta edición del PampaDocFest.
El Jurado, compuesto por Eduardo Ledesma, Paula Cejas & Pablo Tosco, expresó:
“La mía voz” es un relato honesto, contado a pie de montaña con una poética serena y una fotografía de exquisita sensibilidad. Su propuesta visual y narrativa persigue un delicado equilibrio entre el detalle del tema, la humanidad de sus protagonistas y la profundidad del territorio, ofreciendo un encuentro íntimo donde se devela una tragedia transversal: la despoblación rural.
El filme articula con armonía lo visual, lo sonoro y lo testimonial, construyendo una realidad local que resuena con una dimensión universal. Su estética es imponente, pero nunca opaca la ética con la que se acerca a sus personajes.
“La mía voz” logra capturar con autenticidad la esencia de quienes habitan estos paisajes. Nos sumerge en su cotidianidad y en los desafíos que afrontan en un tiempo sin feriados ni pausas, donde la vida en el campo se despliega en un continuo inquebrantable.
A través de una narrativa que emerge exclusivamente de las voces de sus protagonistas, el documental prescinde de intermediaciones para reforzar el vínculo con su historia, resaltando el valor del trabajo rural en la supervivencia de los pueblos. Desde lo visual y lo sonoro, construye una atmósfera que equilibra la belleza imponente del paisaje con la melancolía de su paulatina estela de ausencias. La fotografía abraza tanto la vastedad del territorio como los instantes más íntimos de la vida cotidiana, mientras que la musicalización se desliza con sutileza, intensificando la emotividad del relato sin imponerse.
Más allá de su refinamiento técnico, la obra se distingue por el respeto y la sensibilidad con los que aborda la historia de sus protagonistas. Sin recurrir a dramatismos impostados ni a estereotipos, expone su realidad con dignidad, generando una reflexión profunda sobre el destino de las comunidades rurales.
Por su honestidad, entonces, por su belleza visual y su capacidad de interpelación, “La mía voz” se erige como una pieza imprescindible en este festival, merecedora de este reconocimiento.
Este festival no sería posible sin el trabajo colectivo de la comunidad de Colonia Santa Teresa, sin el apoyo de realizadores, voluntarios, escuelas, cocineras, sonidistas, feriantes, vecinos, visitantes, escritores y espectadores. Cada uno puso algo: tiempo, saberes, manos, ganas.
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Desde la organización agradecemos profundamente a quienes apostaron al encuentro, al arte, a la conversación que el cine propone. Porque el PampaDocFest no solo proyecta películas: construye vínculos, activa memorias y teje redes.